HOMENAJE
por Marina de la Serna
Parecías ser el más odioso
de los profesores, o más bien, jugabas a serlo. Anteojos redondos y chiquitos, iguales a los monóculos, y un
bigote largo y retorcido en las puntas, que te daban un aire a principios de siglo
veinte, con sólo agregarte un bombín y un bastón hubieras pasado desapercibido
en un viaje en el tiempo.
Hoy descubrí que tu blog
aún existe, frenado y congelado para siempre en el 2012. Qué rara esta
eternidad en la nube cibernética, además de los papeles y los objetos, también
se dejan atrás trabajos, documentos, imágenes y pensamientos que vinieron a tu
mente en el medio de una noche tranquila, mientras tu hijo duerme y la gata te
hace compañía con sus juegos.
Leo esas viejas entradas,
pensamientos y homenajes a Ballard, reflexiones sobre nuestra época, cosas que
se te ocurrían mientras mirabas a tu hijo crecer, todo mezclado con links a los
textos de tus clases, calificaciones y recomendaciones para los trabajos
prácticos. Ese blog me dice que no te fuiste. No. Estás aquí, presente, como
hace cinco años, cuando sin darnos cuenta, disfrutábamos con lo que tenías para
decirnos, porque era tu pasión estar ahí, parado frente a la clase,
explicándonos cómo se comportaba la luz, quién era Ansel Adams (o Don Ansel,
para los amigos), por qué el gris medio tiene ese nombre, y por sobre todo, que
en una buena fotografía no debían faltar nunca las luces altas, los medios
tonos y las sombras profundas. Igual que en la vida, en toda vida, y
ciertamente, en la tuya.
Jamás ni una bala, ni un
facón, ni nada te podrán arrancar una pasión así, por la ciencia, por las
ideas, por las historias bien contadas. Algo, por insignificante que parezca,
quedará de tu paso por aquí. Alguna semilla olvidada brotará en el silencio
para decirnos que no ha sido en vano, y que allí nos encontraremos, en la Zona
V, el justo medio entre las altas luces y las sombras más profundas.
A Guillermo Mischkinis