lunes, 19 de agosto de 2013

Hoy no


HOY NO
por Marina de la Serna

Hoy no tiene ganas. La llave está ahí, en el cajón del secreter, al medio y abajo. Conoce la contraseña, la cambiaron hace poco, se la dijeron en el último viaje, cuando se fue a navegar en unos barcos enormes, que tenían tres palos y dos puentes, con unos tipos que cruzaban el océano con patente de corso. Pero esta noche no la usará.
Hay días en que saca la llave, la guarda en el bolsillo de la campera gastada, cruza la puerta y sale a la aventura, con ganas de correr, de huir de su prisión y entregarse a lo que encuentre más allá. Este territorio tiene sus reglas, y él lo sabe muy bien. Hay que hacer pocas preguntas, o ninguna, de lo contrario las puertas podrían cerrarse, la llave perderse y él se encontraría afuera, en la oscuridad y el frío, condenado a no volver a encontrar el camino.
Ya no recuerda cuándo fue la primera vez que atravesó la puerta, ni todos los lugares que conoció, la gente con la que se cruzó ni todas las aventuras que le pasaron. Se internó por ciudades desconocidas, atravesó selvas y montañas, cabalgó por llanuras interminables y se asomó a la guarida del dragón. Una vez llegó hasta  la costa de un mar encrespado y no encontró el valor para navegarlo, pasar la rompiente y averiguar qué había después.
Hoy no tiene las fuerzas, el entusiasmo, las ganas. Piensa en usar la llave, pero los caminos que lo esperan le parecen trillados. Sabe que mañana los verá con otros ojos, que volverá a encontrar en cada recodo un secreto que nadie ha descubierto. Pero eso no será hoy. Esta noche no habrá luna y parecerá eterna. Se siente como en una especie de autoexilio, ya le pasó otras veces, por eso sabe que no durará siempre esta sensación de abulia, de camino cerrado, de inercia chata. Piensa en el esfuerzo que le demandaría encontrar la energía para  ponerse en marcha, y siente que no vale la pena. Hoy al menos, no vale la pena.
Otra vez mira el cajón donde está la llave. Debería intentarlo. Hoy no. La puerta seguirá allí y no olvidará el camino, porque eso es imposible. Quien cruza el umbral por primera vez y se aventura en el reino, lo sabe. No hay vuelta atrás.
Volverá mañana o dentro de unos días, con nuevos deseos de seguir explorando el reino, que para cada uno de los viajeros es diferente. Sabe que aquel mar encrespado lo está esperando y que un día deberá internarse en él. Pasar la rompiente será su desafío, llegar a esas islas que no aparecen en los mapas y encontrar una que tiene su nombre grabado en la roca.
Pero ese día no será hoy.

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